"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

13 de octubre de 2010

Homilía de Mons. Faifer con motivo del cincuentenario de la diócesis de Goya


Homilía de monseñor Ricardo Faifer, obispo de Goya, en la misa del Encuentro Diocesano, donde se concluyó la segunda etapa del Trienio Jubilar con motivo del Cincuentenario de la creación de la Diócesis (Mercedes, 10 de octubre de 2010)

1. Estamos reunidos como Iglesia Diocesana para hacer fiesta al culminar la 2da. etapa de preparación a la celebración del Cincuentenario Diocesano. Nuestro corazón creyente expresa la alegría y el gozo por lo que hemos vivido y trabajado juntos. Una palabra resume lo que sentimos en este momento: ¡Gracias!


No podemos menos que reconocer y agradecer la luz que hemos recibido para discernir la realidad y también el fuego del entusiasmo que se fue encendiendo en nuestras Comunidades para afrontar con esperanza el futuro pastoral. Estamos aquí en esta hermosa ciudad de Mercedes cuya gente nos brinda una hospitalidad no fingida que nos hace descubrir más hermanos y más correntinos. Nos sentimos felices de estar aquí disfrutando de la cordialidad de Ustedes, queridos mercedeños.

Una vez más se despliega ante nosotros el Arco Iris Diocesano, que nos expresa y nos invita a la alegría, y a desterrar la tristeza del horizonte de nuestra gente. Hoy, una vez más el abanico multicolor surge de la Palabra y de la Cruz y sus rayos inciden en la realidad para hacer más hermosa y feliz la vida de nuestro pueblo. El verde de Lavalle… el celeste de Goya… el violeta de Esquina… el azul de Sauce… el naranja de Monte Caseros… el rojo de Curuzú Cuatiá… el amarillo de Mercedes… Ciudades y campo, parroquias y capillas y sobre todo nuestra buena gente de Corrientes, cuya identidad cultural más profunda está marcada por la Cruz y por la Virgen…

Que seamos igual que el Arco Iris,
donde cada color es importante, y al
sumar cada cual su luz brillante,
aparece tu rostro, Dios Amor.

2. Hacia el Jubileo Diocesano 2011: 2da. etapa, Juzgar.

En la 1ª. Etapa de preparación al Cincuentenario, habíamos percibido algunos aspectos de la realidad que emergían con fuerza reclamándonos una respuesta pastoral lúcida y orgánica.
En esta 2ª. Etapa, que hoy concluimos, hemos buscado discernir y juzgar esa realidad a la luz de la Palabra de Dios y de las enseñanzas del Magisterio, especialmente en el Documento de Aparecida y Navega Mar Adentro. De esta manera, hemos visto los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de asumir los desafíos. Hemos buscado formular prioridades que incidan en un cambio concreto de la realidad señalada. Son formulaciones que nos guían para la acción, como hemos compartido esta mañana.

Aprecio y valoro grandemente el trabajo realizado en los Consejos Pastorales Parroquiales y en los Consejos Departamentales. De esta manera han demostrado que quieren participar y ponerse al hombro la querida Diócesis de Goya. Con gente como Ustedes se hace más hermosa y más plena la presencia de la Iglesia para que nuestro pueblo encuentre vida en Cristo.

3. Prestemos ahora atención a la Palabra de Dios de esta Misa.

Decíamos al comienzo que “una palabra resume lo que sentimos en este momento: ¡Gracias!. “. Y precisamente en el Evangelio de hoy Jesús nos enseña que es muy importante, e incluso una obligación, dar las gracias. Podemos distinguir dos escenas en el texto proclamado. En la primera, los diez leprosos son enviados por Jesús a los sacerdotes. Ellos obedecen y mientras iban de camino son curados. En un cierto sentido son puestos a prueba, no asisten inmediatamente a un prodigio sino que deben creer en la promesa de Cristo, deben obedecer demostrando tener fe en su Palabra: esta fe inicial se convierte en raíz de liberación.

La curación de los diez leprosos es un milagro maravilloso que les cambia por completo la vida, haciendo no sólo que tuviesen “la carne como la de un niño”, sino que los reintroduce a la vida comunitaria en el culto y en la convivencia social.

La segunda escena se desarrolla después del milagro: “Uno de ellos, al comprobar que estaba sanado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias.” Jesús le dice al samaritano agradecido: “Levántate y vete, tu fe te ha salvado.”. La gratitud, el amor agradecido, tiene un valor salvífico. Los otros nueve leprosos se aprovecharon materialmente de la curación, obtuvieron la salud física. El samaritano, sin embargo, además de ésta, obtuvo también el encuentro de fe con Jesús, mediante el cual se salvó de verdad, de manera completa, en cuerpo y alma.

Resumiendo: sin lugar a dudas que en esta escena emerge el valor del agradecimiento, pero también es necesario fijarnos en otro dato fundamental. Esto es, que el ex leproso samaritano es salvado por su fe. El deseo de agradecer lo trajo al encuentro con Jesús, cree en El y obtiene la salvación. Si todos los leprosos son “curados”, solamente él es “salvado” por su fe. De este modo el encuentro con Cristo le da vida plena.

Nosotros también, como el ex leproso agradecido, hoy nos postramos delante de Jesús, le damos gracias, y renovamos nuestra fe en El. Expresamos un gracias enorme por nuestra Iglesia Diocesana. Ella es la hermosa Viña del Señor en la cual nos ha llamado a trabajar. Agradecemos a Jesús su llamado y su confianza. Que nuestra gratitud se traduzca en renovados compromisos pastorales.

Al finalizar esta segunda etapa recibimos con estremecimiento el Mandato Misionero de Jesús: Vayan y comuniquen mi Vida, expresado en nuestro logo del Cincuentenario. “Lo escuchamos como comunidad de discípulos y misioneros que hemos experimentado el encuentro vivo con El y queremos compartir con los demás esa alegría incomparable” (DA. Nº 364).

Nos ponemos bajo el cuidado de nuestra Patrona, nuestra Tierna Madre de Itatí, que, por su intercesión, hará más fecunda nuestra entrega misionera.

Mons. Ricardo Faifer, obispo de Goya
Fuente: AICA

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