"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

21 de abril de 2012

Descubrir el sentido de la vida para no caer en el pensamiento mágico - Seminario Bíblico por FM Parroquial 105.1


 Seminario Bíblico 2011-2012 “Cómo interpretar la Biblia” por FM Parroquial 105.1
Subsidio 37: Verbum Domini X – Exégesis y Hermenéutica – Descubrir el sentido de la vida para no caer en el pensamiento mágico o superstición


El fundamentalismo bíblico se nutre del pensamiento mágico o superstición, por tanto es idólatra.

Al considerar que la sagrada Escritura fue revelada “palabra por palabra” a los autores sagrados se pierde la estrecha relación de lo divino y lo humano en las relaciones con Dios. Es decir, el fundamentalismo bíblico transforma todo lo sagrado (aquello en lo que interviene tanto lo divino como lo humano) en meramente “divino” o “espiritual”. No diviniza todas las cosas de la realidad (eso sería panteísmo) sino algunas cosas.
 
Algunos ejemplos de superstición entre los grupos fundamentalistas bíblicos:
 
·         La Biblia misma pasa a ser considera “Dios” en lugar de un libro apto para el encuentro del hombre con Dios. Esto es: bibliolatría o adoración a la Biblia. Recordemos que no es igual Palabra de Dios que Biblia, la Palabra de Dios precede a la Biblia, está contenida en la Biblia de manera muy singular y trasciende a la Biblia.
 
·         El intérprete fundamentalista pasa a ser un líder incontestable, lo cual termina en el culto a la personalidad, que también es idolatría. Ya no cuenta la Tradición ni el Magisterio porque el intérprete se cree, prácticamente, en sí mismo la Palabra de Dios, la Tradición y el Magisterio, todo junto. Los adeptos al líder incontestable deben tener claro que sus palabras son la “Palabra de Dios”, el líder es el “san Pablo de este tiempo” o “el ‘profeta’ que todo lo adivina” o “el gran consejero espiritual”, etc.
Cuando el faraón de Egipto se paseaba por las orillas del Nilo el pueblo debía tirarse al piso porque estaban en “presencia de dios” y no podían mirarlo cara a cara, este esquema de monarquía no era el israelita (sacralización, el rey no era un dios sino un mediador entre Dios y los hombres) sino el esquema de divinización egipcio.
 
·         También se “divinizan” objetos tales como mantos, utensilios, pañuelos, etc. que pasan a ser una suerte de “talismanes con poder”. Esto sucede porque se mal interpretan pasajes bíblicos como p.e. Hechos 19,11-12 por no comprender ni la estructura ni la teología del Libro de los Hechos. La divinización de objetos también es idolatría.
 
·         El mundo espiritual (especialmente los demonios) están presentes por todas partes, “el mundo espiritual nos abruma”, “el diablo está por todos lados”. Esto se lo utiliza para mantener un control psicopático sobre las personas que están bajo la sugestión del líder fundamentalista y todo aquel que no acepta las palabras del intérprete incontestable está en poder o bajo la influencia de Satanás y debe ser “liberado” o expulsado de la “comunidad”. Hacer de Satanás y sus demonios una fuerza tan poderosa también es idolatría.
 
·         La imagen de Jesucristo es monofisita, Jesucristo es sólo Dios. Los intérpretes fundamentalistas pueden introducir en sus delirantes exposiciones alguna fórmula correcta como “Jesús es verdadero Dios y verdadero hombre” pero esta fórmula es totalmente ajena al contexto predicado y “experimentado” por ellos. Las fantasmagorías son constantes y resultan ser una suerte de aval para el gurú fundamentalista: “vi a Jesús que me dio un libro” (esta es favorita ya que avala la religión del libro impuesta por el gurú y está ampliamente difundida en Latinoamérica desde los años 80). Hay una mimesis (imitación hecha por un mimo) de los libros proféticos porque no se comprende el proceso de redacción de los mismos. La imagen reductiva de Jesucristo es herejía.
 
·         Se pretenden realizar constantes “canjes” con Dios, como hacen también los brujos (“trabajos”), “hice pacto con Dios”, “yo hago esto y Él me da esto”, porque no comprenden que los pactos de Dios en el Antiguo Testamento están personificados, p.e. Noé representa a toda la creación, Abraham al pueblo de Dios y sus descendientes, Moisés a Israel y su religión, David al Reino y sus generaciones; etc. En esta característica entra p.e. el tratamiento que dan al “diezmo”, que deja de ser libre y consciente, en el amor, dado a la Iglesia (no a un grupo aislado con fines de lucro disfrazado con ciertos elementos altruistas o caritativos) para ser un elemento de sojuzgamiento, de vasallaje, de explotación (san Pablo tiene algo que decir al respecto en I Co 6,10: los explotadores no heredarán el Reino de Dios).
Esto pasa por no comprender que Dios es bueno y misericordioso, que no necesita de nuestros “canjes” para bendecirnos, esa es una visión muy legalista acerca de la gracia y la misericordia del Señor. La transformación de la relación con Dios, del trato concreto (p.e. el diezmo) a una categoría de divinización es también idolatría. Con esto no se pretende decir que no hay que ofrendar abundantemente en la Iglesia sino que hay que hacerlo sin pensamiento mágico.
 
·         Cada uno de los grupos fundamentalistas está fanatizado en la creencia de estar enviados por Dios para una misión única en el mundo, no es casual que repitan frases como: “no estamos tan solos” o “estamos solos”, “la unción que Dios le dio a esta ‘comunidad’ es única”, “no comparta lo que se le enseña con cualquiera”, “somos el resto de Israel de este tiempo”, etc. Esto rompe la comunión eclesial por suponerse en una suerte de superioridad “mística” o “espiritual”, por eso estos grupos se caracterizan por estar aislados de la gran comunión de la Iglesia, sienten que no deben “contaminarse” con el resto de los cristianos y eso los lleva a tener su propia doctrina y tradición paralelas, lo cual no aporta nada a la diversidad pero sí hace un aporte enorme a la fragmentación. Así la propia “comunidad” es elevada a una categoría divina, siendo esto también idolatría. 
 
Debemos entender que la superstición o pensamiento mágico es una corrupción de la fe, aunque parezca muy santo sólo creer y no pensar. Curiosamente, los facundos discursos de los líderes fundamentalistas bíblicos hacen hincapié en la “vida en el Espíritu” pero con sus obras niegan esta realidad y la corrompen con un pensamiento mágico que puede parecer “vida en el Espíritu”, a los ojos de personas sin un discernimiento espiritual desarrollado y que buscan un sentido para sus vidas, pero que no es “vida en el Espíritu” sino superstición, tal cual hemos demostrado en este humilde subsidio.
 
Conclusión: El sentido de la vida
 
Para descubrir el sentido de la vida es necesaria la sabiduría que viene de Dios, sin ella solamente podemos construir accesorios sentidos en lugar de descubrir el sentido verdadero, el rumbo verdadero, el camino verdadero para nuestras vidas. Vivimos en una época en que se ha perdido el sentido de la vida, por eso la gran oferta de “supermercados espirituales” que hay al presente. Sepamos valorar lo que es nuestro y no busquemos soluciones mágicas ofrecidas por voraces y corruptos comerciantes que venden “espejitos de colores”, “pociones” mágicas, “tónicos” que lo sanan todo, discos para “volar”, libros de “recetas” para alcanzar el éxito del gurú, etc. etc. etc.
 
La Iglesia Católica contiene, en modo muy singular, la mayor fuente de sabiduría en el mundo, jamás igualada por grupo humano alguno, pero si esta sabiduría no se conoce ni se difunde corremos el mismo riesgo de la iglesia norafricana después de las invasiones vandálicas en que ya no había cristianos que buscaran un desarrollo humano armonioso habiendo descubierto el sentido de la vida, como antes tuvo a un san Cipriano, a un san Agustín. Esa iglesia norafricana terminó viviendo en la chatura, en la mediocridad, y así desapareció absorbida por el Islam hasta el día de hoy.
 
Así como es la relación dinámica entre la Palabra de Dios y la Biblia, analógicamente, la sabiduría de Dios precede a la Iglesia, está contenida en ella en modo muy singular y la trasciende. Seamos conducidos por el Espíritu para descubrir el sentido de la vida.
 
Todos los que son conducidos por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han recibido un espíritu de esclavos para volver a caer en el temor, sino el espíritu de hijos adoptivos, que nos hace llamar a Dios ¡Abba!, es decir, ¡Padre! El mismo Espíritu se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, también somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, porque sufrimos con él para ser glorificados con él. (Romanos 8,14-17).
 
Mauricio Shara
 
Bibliografía:
Biblia versión argentina “El libro del Pueblo de Dios”
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal “Verbum Domini”, 44
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011, 47-48

2 comentarios:

  1. Luis I.28.4.12

    Es tal cual, nada para obejetar. Excelente la reflexión, la observación. De primera y dicho sin pelos en la lengua. Buenísimo! Aprendamos a valorar a la Iglesia y no imitar cualquier pavada.

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  2. Vino de Manzanilla26.6.12

    La verdad sin trapos tapaderos

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