"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

11 de febrero de 2012

El método histórico-crítico - Seminario Bíblico por FM Parroquial 105.1 en el programa "Palabra viva"

  Padre Marie Joseph Lagrange, OP

Seminario Bíblico 2011-2012 “Cómo interpretar la Biblia” por FM Parroquial 105.1
Subsidio 31: Verbum Domini VII – Exégesis y Hermenéutica – El método histórico-crítico



En primer lugar, es necesario reconocer el beneficio aportado por la exegesis histórico-crítica a la vida de la Iglesia, así como otros métodos de análisis del texto desarrollados recientemente. Para la visión católica de la Sagrada Escritura, la atención a estos métodos es imprescindible y va unida al realismo de la encarnación: «Esta necesidad es la consecuencia del principio cristiano formulado en el Evangelio de san Juan: “Verbum caro factum est” (Jn 1, 14). El hecho histórico es una dimensión constitutiva de la fe cristiana. La historia de la salvación no es una mitología, sino una verdadera historia y, por tanto, hay que estudiarla con los métodos de la investigación histórica seria». Así pues, el estudio de la Biblia exige el conocimiento y el uso apropiado de estos métodos de investigación. Si bien es cierto que esta sensibilidad en el ámbito de los estudios se ha desarrollado más intensamente en la época moderna, aunque no de igual modo en todas partes, sin embargo, la sana tradición eclesial ha tenido siempre amor por el estudio de la «letra». Baste recordar aquí que, en la raíz de la cultura monástica, a la que debemos en último término el fundamento de la cultura europea, se encuentra el interés por la palabra. El deseo de Dios incluye el amor por la palabra en todas sus dimensiones: «Porque, en la Palabra bíblica, Dios está en camino hacia nosotros y nosotros hacia él, hace falta aprender a penetrar en el secreto de la lengua, comprenderla en su estructura y en el modo de expresarse. Así, precisamente por la búsqueda de Dios, resultan importantes las ciencias profanas que nos señalan el camino hacia la lengua». (Verbum Domini, 32)
 
Benedicto XVI señala como imprescindible el uso de metodologías históricas para analizar e interpretar la Sagrada Escritura. Con respecto al método llamado “histórico-crítico” debemos señalar que, en realidad, se trata de varias metodologías científicas que trabajan para tratar de extraer el sentido histórico original de los textos de la Sagrada Escritura.
 
Para ser justos, hay que valorar los esfuerzos que hizo la Iglesia en el pasado, ya que podemos sostener que el método histórico-crítico (proceso científico de investigar la transmisión, desarrollo y origen de un texto) ha sido practicado desde la Antigüedad, simplemente que en esa época no se contaba con la complejidad de herramientas que contamos hoy. Veamos algunas:
 
·         Análisis filológico (Busca reconstruir una cultura a través del estudio de las palabras)
·         Crítica textual (Se ocupa de restablecer el texto original por medio de manuscritos y citas antiguas)
·         Crítica literaria (Determina el comienzo y el final de un texto y el contexto en que se encuentra)
·         Crítica histórica (Afirma o niega la historicidad de un determinado relato, el contenido)
·         Crítica de las tradiciones  (Estudia las tradiciones que dieron nacimiento a un determinado texto)
·         Crítica de los géneros (Determina los géneros literarios)
·         Arqueología científica (Es la ciencia que estudia el pasado a través de hallazgos o ruinas)
 
Durante mucho tiempo, desde el Renacimiento, la Iglesia Católica mantuvo una actitud negativa ante esta manera de estudiar la Biblia por las tesituras iluministas de los primeros promotores de este método en el protestantismo racional de sus comunidades históricas, recién el gran Papa Pio XII será quien acepte oficialmente este método de estudio en la monumental Encíclica “Divino Afflante Spiritu” de 1943, que considera indispensable conocer los géneros literarios propios de la cultura original. Ya que un relato puede parecer “histórico” cuando, en realidad, se trata de una “novela” (p.e. Judit). Esta Encíclica viene a corregir el “espiritualismo”, especialmente, en las predicaciones: “Porque aun cuando, principalmente en el desempeño del oficio de predicador, puede ser útil para ilustrar y recomendar las cosas de la fe cierto uso más amplio del sagrado texto según la significación traslaticia de las palabras, siempre que se haga con moderación y sobriedad, nunca, sin embargo, debe olvidarse que este uso de las palabras de la Sagrada Escritura le es como externo y añadido, y que, sobre todo hoy, no carece de peligro cuando los fieles, aquellos especialmente que están instruidos en los conocimientos tanto sagrados como profanos, buscan preferentemente lo que Dios en las Sagradas Letras nos da a entender, y no lo que el facundo orador o escritor expone empleando con cierta destreza las palabras de la Biblia.”  (DAS, 18)
 
El testimonio del padre Marie Joseph Lagrange, OP
 
Fundador de la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén. Nació en 1855 en Bourg-en-Bresse, norte de Lyon. Estudió en Salamanca y fue ordenado sacerdote en Zamora en 1883. En medio siglo de actividad científica publicó unos 30 libros y 250 artículos. El núcleo de su labor exegética se encuentra en el pequeño libro “La Méthode historique” (1903).
 
Lagrange tenía la convicción que la ciencia y la razón no podían arruinar ni a la fe, ni a la Escritura, ni a la Iglesia, sin embargo fue acusado injustamente por “infidelidad a la tradición eclesiástica, opiniones contrarias a la Pontificia Comisión Bíblica y tendencia a arruinar la autenticidad e historicidad de la Biblia”, por lo que durante un corto período de tiempo fue separado de sus actividades docentes pero luego reintegrado. Murió el 10 de marzo de 1938.
 
En 1974 Pablo VI calificaba a Lagrange como: “Un gran maestro de la exégesis, un hombre en quien han brillado de manera excepcional la sagacidad crítica, la fe y el apego a la Iglesia”. (L´Osservatore Romano, 15 de marzo de 1974).
 
El padre Lagrange fue una verdadera “antorcha del Espíritu” en un tiempo en que todavía no se podía alcanzar serenamente una lectura sabia y creyente de la Biblia a la vez porque el concepto de historia era todavía demasiado positivista y el concepto de dogma era todavía demasiado fundamentalista. Pero su influencia sería decisiva para los posteriores documentos: la Encíclica “Divino Afflante Spiritu” (1943), el documento “Sancta Mater Ecclesia” (PCB, 1964) y Dei Verbum (1965).
 
«Porque, en la Palabra bíblica, Dios está en camino hacia nosotros y nosotros hacia él, hace falta aprender a penetrar en el secreto de la lengua, comprenderla en su estructura y en el modo de expresarse. Así, precisamente por la búsqueda de Dios, resultan importantes las ciencias profanas que nos señalan el camino hacia la lengua». (Benedicto XVI, Discurso en el encuentro con el mundo de la cultura en el College des Bernardins de París, 2008).   
 
Preparado por Mauricio Shara en base a la siguiente bibliografía:
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal “Verbum Domini”, 32
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011, 44
Gabriel Nápole, “Marie Joseph Lagrange, OP y la Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén”, Proyecto 36 (2000) 96-112
Luis H. Rivas, “Diccionario para el Estudio de la Biblia”, AMICO, 2010, 44-46. 87-91   

1 comentario:

  1. Anónimo11.2.12

    El programa estuvo buenisimo como siempre!!!

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