El encuentro con Jesucristo nos abre la Palabra de Dios
Seminario Bíblico “Cómo interpretar la Biblia” por FM Parroquial 105.1
Subsidio 25: Verbum Domini II - ¿Qué es la Palabra de Dios?
I Introducción
Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la Palabra de Dios no está encadenada (II Timoteo 2, 8-9)
Cuando se leen las lecturas del leccionario litúrgico en la Santa Misa decimos “Palabra de Dios” y “Palabra del Señor” cuando se lee el Evangelio. Por este motivo, popularmente, los católicos identificamos a la Biblia con la Palabra de Dios. Pero ¿esto es así? O ¿existen otras realidades que trascienden a la Biblia como Palabra de Dios? De hecho, en los leccionarios litúrgicos no está toda la Biblia y hay muchos textos que faltan, especialmente los imprecatorios y los que responden más a los costumbrismos nacionalistas de Israel. Pero entonces ¿qué significa la expresión Palabra de Dios?
Hoy, vemos con asombro como los grupos cristianos mágico-religiosos consideran, prácticamente, que la Biblia es Dios y proclaman con un desparpajo pasmoso que la Biblia es Jesucristo, presentando al cristianismo como la “religión del Libro” cuando en realidad en la Sagrada Escritura hay secciones que no responden a la voluntad de Dios (vengativas, nacionalistas, costumbristas, etc.) especialmente en el Antiguo Testamento, cuestiones que hemos analizado en varios subsidios de este humilde Seminario sobre cómo interpretar la Biblia por FM Parroquial que comenzamos en enero de este año. Por otro lado, existen realidades que exceden el texto bíblico y que son Palabra de Dios. Esta es la preocupación central de Verbum Domini y empezaremos a tratar a hoy. Como dice el corpus paulino en II de Timoteo: “la Palabra de Dios no está encadenada”.
De todas estas consideraciones, que brotan de la meditación sobre el misterio cristiano expresado en el Prólogo de Juan, hay que destacar ahora lo que los Padres sinodales han afirmado sobre las distintas maneras en que se usa la expresión «Palabra de Dios». Se ha hablado justamente de una sinfonía de la Palabra, de una única Palabra que se expresa de diversos modos: «un canto a varias voces». A este propósito, los Padres sinodales han hablado de un uso analógico del lenguaje humano en relación a la Palabra de Dios. En efecto, esta expresión, aunque por una parte se refiere a la comunicación que Dios hace de sí mismo, por otra asume significados diferentes que han de ser tratados con atención y puestos en relación entre ellos, ya sea desde el punto de vista de la reflexión teológica como del uso pastoral. Como muestra de modo claro el Prólogo de Juan, el Logos indica originariamente el Verbo eterno, es decir, el Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y consustancial a él: la Palabra estaba junto a Dios, la Palabra era Dios. Pero esta misma Palabra, afirma san Juan, se «hizo carne» (Jn 1,14); por tanto, Jesucristo, nacido de María Virgen, es realmente el Verbo de Dios que se hizo consustancial a nosotros. Así pues, la expresión «Palabra de Dios» se refiere aquí a la persona de Jesucristo, Hijo eterno del Padre, hecho hombre.
Por otra parte, si bien es cierto que en el centro de la revelación divina está el evento de Cristo, hay que reconocer también que la misma creación, el liber naturae, forma parte esencialmente de esta sinfonía a varias voces en que se expresa el único Verbo. De modo semejante, confesamos que Dios ha comunicado su Palabra en la historia de la salvación, ha dejado oír su voz; con la potencia de su Espíritu, «habló por los profetas». La Palabra divina, por tanto, se expresa a lo largo de toda la historia de la salvación, y llega a su plenitud en el misterio de la encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios. Además, la palabra predicada por los apóstoles, obedeciendo al mandato de Jesús resucitado: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15), es Palabra de Dios. Por tanto, la Palabra de Dios se transmite en la Tradición viva de la Iglesia. La Sagrada Escritura, el Antiguo y el Nuevo Testamento, es la Palabra de Dios atestiguada y divinamente inspirada. Todo esto nos ayuda a entender por qué en la Iglesia se venera tanto la Sagrada Escritura, aunque la fe cristiana no es una «religión del Libro»: el cristianismo es la «religión de la Palabra de Dios», no de «una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo». Por consiguiente, la Escritura ha de ser proclamada, escuchada, leída, acogida y vivida como Palabra de Dios, en el seno de la Tradición apostólica, de la que no se puede separar. (Verbum Domini 7)
II Distintas maneras en que se usa la expresión Palabra de Dios:
A - Comunicación que Dios hace de sí mismo
B – Significados diferentes pero relacionados entre sí:
1. Hijo Eterno del Padre
2. Jesucristo, Verbo de Dios hecho hombre
3. La creación
4. Historia de la salvación (profetas)
5. Predicación cristiana en la Tradición Apostólica
6. La Escritura, AT y NT, donde se plasma canónicamente y por inspiración, dentro de la Tradición de la Iglesia de la que no se puede separar.
Por tanto, Verbum Domini nos abre un abanico de significados del concepto de “Palabra de Dios”, porque “la Palabra de Dios no está encadenada” a un rígido concepto ideológico pero tampoco es cualquier cosa. A este propósito, los Padres sinodales han hablado de un uso analógico del lenguaje humano en relación a la Palabra de Dios. Ahora bien, ¿qué significa analogía? lo hemos visto en este Seminario pero lo recordamos: es algo tanto similar como diferente. Con la Palabra de Dios pasa lo mismo. En participación porque la expresión tiene diversos significados, en Verbum Domini tenemos 7 significados diversos: «un canto a varias voces».
Las expresiones “Creación” y “Palabra de Dios” son tanto diferentes como similares, veamos qué dice san Pablo: Porque todo cuanto de se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos: Dios mismo se lo dio a conocer, ya que sus atributos invisibles –su poder eterno y su divinidad– se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras. (Romanos 1, 19-20).
Lo mismo ocurre con la predicación oral de la Tradición Apostólica que dio origen al Nuevo Testamento y a la relectura del Antiguo Testamento en clave de Cristo Resucitado. En este caso, no hablamos de cualquier tradición ni de cualquier predicación sino de la Tradición Apostólica de la cual son sus legítimos sucesores los obispos de la Iglesia Católica.
La Escritura dentro de la Tradición de la Iglesia también es Palabra de Dios (no la esclavitud, no la venganza, no los nacionalismos, que también encontramos en la Biblia, pero todo esto no debe ignorarse sino resignificarse en clave de Cristo). Lo mismo pasa con la historia religiosa de la salvación, sin confundirla con una moderna historiografía desapasionada basada en fuentes y métodos científicos, porque la comunicación de Dios expresada en limitados términos humanos y en determinados tiempos históricos ha dejado oír su voz; con la potencia de su Espíritu, «habló por los profetas».
Concluyendo, decimos que la Palabra de Dios precede a la Escritura, está contenida en la Escritura y va más allá de la Escritura porque el paradigma, el modelo, el tipo de la Palabra de Dios por antonomasia es la persona viva de Jesucristo: Hijo Eterno del Padre, el Verbo de Dios hecho hombre, la Comunicación de Dios. No es sólo un libro o un discurso, o una poesía, o un relato, o una visión mística porque todas éstas son mediaciones para encontrarnos con la Palabra Viva, el Trascendente, el que trasciende en la comunión trinitaria todas nuestras categorías humanas, metáforas y analogías, viniendo amorosamente a nuestro encuentro por gracia y misericordia.
¡Gloria a Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Mauricio Shara
Bibliografía:
Texto bíblico de la versión argentina “El Libro del Pueblo de Dios”
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica postsinodal “Verbum Domini”
Gabriel Mestre, “Para leer Verbum Domini”, Buenos Aires, Ágape, 2011, 31-36
Impresionante!!!
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