"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

10 de octubre de 2011

El amor de Dios y el amor del prójimo

Benedicto XVI efectuó hoy una visita pastoral a Lamezia Terme y Serra San Bruno, en la región meridional italiana de Calabria. El Papa se desplazó en avión desde el aeropuerto romano de Ciampino a Lamezia Terme donde celebró la Santa Misa en la zona Ex-Sir, la periferia industrial de la ciudad. “La liturgia de este domingo nos propone una parábola que habla de un banquete de bodas en el que hay muchos invitados –dijo el pontífice en su homilía-. Es una imagen muy usada en las Escrituras para indicar la alegría en la comunión y en la abundancia de los dones del Señor (...) Los invitados son muchos, pero sucede algo inesperado: se niegan a participar en la fiesta, tienen otras cosas que hacer (...) Pero esto no frena la generosidad de Dios. Él no se desalienta, y manda a sus siervos para que inviten a muchas otras personas. El rechazo de los primeros invitados tiene como efecto la extensión de la invitación a todos, también a los más pobres, abandonados y desheredados (...) Pero hay una condición para permanecer en este banquete de bodas: llevar puesto el vestido nupcial. Y entrando en la sala, el rey se da cuenta de que alguno no se lo ha querido poner y por ese motivo es excluido de la fiesta”



  Para explicar el significado del “vestido nupcial”, Benedicto XVI citó un comentario de san Gregorio Magno que escribe que el comensal que ha respondido a la invitación de Dios para participar en su banquete, tiene, “en cierto modo, la fe que le ha abierto la puerta de la sala, pero le falta algo que es esencial: el traje nupcial, que es la caridad, el amor (...) Y este vestido esta tejido simbólicamente por dos maderos, uno arriba y otro abajo: el amor de Dios y el amor del prójimo. Todos nosotros estamos invitados a ser comensales del Señor, a entrar con la fe en su banquete, pero tenemos que vestir y cuidar el traje nupcial, la caridad, vivir un profundo amor a Dios y al prójimo”.

“He venido para compartir con vosotros alegrías y esperanzas, fatigas y compromisos, ideales y aspiraciones de esta comunidad diocesana –agregó el Papa-. Si observamos esta bella región, reconocemos en ella una tierra sísmica no solamente desde el punto de vista estructural, sino también de conducta y social; una tierra donde los problemas se presentan en formas agudas y desestabilizadoras; una tierra donde el desempleo es preocupante, donde una criminalidad muchas veces feroz hiere el tejido social, una tierra en la que se tiene la continua sensación de estar en emergencia. A la emergencia, vosotros, los calabreses, habéis respondido con una prontitud y una disponibilidad sorprendentes, con una extraordinaria capacidad de adaptación al malestar (...) No cedáis nunca a la tentación del pesimismo y del encerramiento en vosotros mismos. Recurrid a vuestra fe y a vuestras capacidades humanas; esforzaros por crecer en la capacidad de colaborar, de preocuparse por los demás y por el bien común, custodiad el traje nupcial del amor”.

El Papa recordó que su visita coincidía con el final del proyecto pastoral quinquenal de la Iglesia local y se congratuló por las iniciativas emprendidas durante ese período, entre las que citó la Escuela de Doctrina Social de la Iglesia, manifestando el deseo de que dé vida a “una nueva generación de hombres y mujeres capaces de promover no tanto intereses de parte sino el bien común”. También alentó a cuantos, sacerdotes y laicos, se dedican a la formación de las parejas cristianas al matrimonio y la familia “con el fin de dar una respuesta evangélica, y competente a los tantos desafíos contemporáneos en el campo de la familia y de la vida”.

Por último invitó a los sacerdotes, a quienes elogió por su labor, “a arraigar siempre más la propia vida espiritual en el Evangelio (...) distanciándose con decisión de una cierta mentalidad consumista y mundana, que es una tentación recurrente en la realidad en la cual vivimos, y a “valorizar con discernimiento, según los conocidos criterios eclesiales, los grupos y movimientos”.

“¡No tengáis miedo de vivir y testimoniar la fe en los varios ámbitos de la sociedad, en las múltiples situaciones de la existencia humana! –concluyó dirigiéndose a los fieles-. Tenéis todos los motivos para mostraros fuertes, confiados y valerosos, gracias a la luz de la fe y a la fuerza de la caridad”.


Fuente: VIS - Vatican Information Service

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