"La situación es bastante tranquila, pero todavía hay mucha inseguridad, especialmente por la noche, cuando toman una especie de toque de queda no escrita, de tal modo que después de 8 nadie sale de la casa, porque la seguridad no está garantizada", cuenta a la Agencia Fides la hermana Rosaria Giacone, de las Hermanas de la Sagrada Familia de Spoleto, que vive y trabaja en Abobo, uno de los barrios de la capital económica de Costa de Marfil, Abidjan, uno de los más afectados por la reciente guerra civil. "Hay bandas armadas, algunas formadas por hombres armados vestidos con uniformes militares - continúa la religiosa -. Sin embargo, en comparación con los meses anteriores, se han producido mejoras, los helicópteros de la ONUCI (misión de la ONU en Costa de Marfil) siguen sobrevolando el barrio".
Hermana Rosaria, que es enfermera y trabaja en los centros de salud de las zonas de misión desde hace 35 años, actualmente trabaja en el hospital del distrito, donde, dice la religiosa, "la situación es aún más dramática debido a la creciente pobreza, resultado de la guerra civil". "Antes, los jóvenes estaban acostumbrados a la vida fácil, ahora no van a la escuela y la droga se está extendiendo. No sé si se trata de cocaína, pero sé que circula y se está creando dramas serios, porque los jóvenes cuando están bajo la influencia de drogas, no saben lo qué hacen. Hace unos días un chico drogado violó a su madre y luego la mató", dijo la hermana Rosaria.
La religiosa describe a la Agencia Fides una situación terrible: "La guerra ha dejado incontables heridas morales y psicológicas. Para nosotros hablar de la reconciliación y el perdón es fácil, porque no lo hemos probado la violencia en nuestra piel. Pero con aquellos que han sufrido traumas severos, han perdido a seres queridos de un modo tan horrible, no es fácil tratar el tema. Una niña de 7 años, cuando yo hablaba de perdón, lloraba. Le pregunté por qué estaba llorando y me dijo que algunos militantes habían matado a sus padres delante de ella y luego la habían hecho beberse la sangre. Se puede adivinar qué tipo de trauma ha sufrido esta niña".
"En la parroquia se ha creado un grupo llamado "justicia, paz y verdad"- la hermana continúa, -. Se trata de un centro de escucha donde la gente puede liberar los dramas que llevan en sus corazones. Les hacemos hablar para empezar a liberar sus corazones de los sufrimientos que tienen dentro. Es un trabajo difícil. La pobreza generalizada ha empujado a muchas niñas a la prostitución y en muchos casos son las mismas familias que obligan a las niñas a la prostitución para poder alimentar al resto de la familia.".
En la salud, la hermana Rosaria destaca que "el sida y otras enfermedades están aumentando. Los niños están muriendo debido a la falta de medicamentos. Quien tiene la suerte puede conseguirlas, los ricos no sufren, no saben el drama que se está viviendo. Los pobres si tiene que comer una vez al día, es ya demasiado. Ayudamos a los pacientes rechazados por otros hospitales, como un chico que tiene necrosis, después de haber sido alcanzado por balas perdidas. Le dije a los que me lo han traído: "Yo voy a ofrecer mi experiencia y mi amor, pero vosotros darme el "material de cura". Esta persona me viene 3 veces a la semana para limpiarle las heridas. Es una gran alegría ver su sonrisa. Las personas enfermas para salir del sufrimiento necesitan verdadera compasión, la gente lo dice con los hechos: "te estimo mucho". Sólo el amor puede asegurar el bienestar del hombre".
Ante esta situación, la hermana Rosaria ha querido empezar el proyecto "Baobab" para construir una escuela para niños de Abobo. "Compramos el terreno donde se construyó la escuela y nos dieron el permiso de construcción, después de muchas luchas", dice la religiosa, lo que explica la importancia de esta iniciativa: "Si los jóvenes no tienen un lugar para reunirse para ser seguidos y educados, mañana vamos a tener gente sin futuro, tanto más cuando se ha salido de una situación casi de guerra, de tristeza y odio. Por lo tanto, debemos sanar la integridad espiritual y moral. Cuando un niño aprende a leer y escribir se libera de la ignorancia y encuentra su dignidad. Si los jóvenes hubieran experimentado la cultura de la paz y el amor, no se venderían a bajo precio para convertirse en mercenarios de la última guerra".
Fuente: Agencia Fides
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