El Papa Benedicto XVI presidió ayer Domingo la solemne Eucaristía con ocasión de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María. La celebración se realizó en la iglesia parroquial de Santo Tomás de Villanueva, en Castelgandolfo. En su homilía, el Santo Padre resaltó que este año se celebra el 60 aniversario de la proclamación del dogma de la Asunción, por el cual "creemos que María, como Cristo su Hijo, ya ha vencido la muerte y triunfa en la gloria celeste en la totalidad de su ser, ‘con alma y cuerpo’".
Tras explicar que la victoria sobre la muerte tiene también su raíz en la fe de María, "que es obediencia a la Palabra de Dios y abandono total a la iniciativa y a la acción divina, según cuanto le anuncia el Arcángel", el Papa Benedicto precisó que "hoy no nos limitamos a admirar a María en su destino glorioso, como a una persona muy lejana a nosotros". "¡No! –exclamó– Estamos llamados al mismo tiempo a ver cuanto el Señor, en su amor, ha querido también para nosotros, para nuestro destino final: vivir a través de la fe en la comunión perfecta de amor con Él y así vivir verdaderamente para siempre".
Hablando luego de la vida después de la muerte, el Papa destacó que “de cada uno de nosotros no seguirá existiendo sólo una parte que nos es, por decirlo de alguna manera, arrancada, mientras otras se arruinan; quiere decir más bien que Dios conoce y ama a todo el hombre, lo que nosotros somos. Y Dios acoge en su eternidad lo que ahora, en nuestra vida, hecha de sufrimiento y amor; de esperanza, de alegría y de tristeza, crece y llega a ser. Todo el hombre, toda su vida es tomada por Dios y en Él purificada, y recibe la eternidad. Queridos amigos, yo pienso que ésta es una verdad que nos debe colmar de alegría profunda".
Tras alentar a trabajar por "un mundo de Dios", el Papa Benedicto XVI alentó a rezar al Señor para que "nos haga comprender cuán preciosa es toda nuestra vida ante sus ojos; refuerce nuestra fe en la vida eterna; nos haga hombres de esperanza, que trabajan para construir un mundo abierto a Dios, hombres llenos de alegría, que saben vislumbrar la belleza del mundo futuro en medio de los afanes de la vida cotidiana y que en esta certeza viven".
Fuente: Noticias Eclesiales
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