La palabra “sacramental” no aparece en la Biblia ni en los primitivos escritos patrísticos. Por otra parte, santo Tomás de Aquino los trata de manera tangencial. Recién en el siglo XII Pedro Lombardo llama a la catequesis y los exorcismos de catecúmenos (litúrgicos) como “sacramentales”, diferenciándolos de los “sacramentos” (cf. Patrología Latina 192, 855). Su contemporáneo, Hugo de San Victor, diferenciaría entre sacramentos “mayores” y “menores”, sin mencionar la expresión: “sacramental” elaboraría un verdadero tratado de los sacramentales en “De Sacramentis”.
Ahora bien, debemos saber que: “los sacramentales son signos sagrados, por los que, a imitación en cierto modo de los sacramentos, se significan y se obtienen por intercesión de la Iglesia unos efectos principalmente espirituales” (Canon 1166 del Código de Derecho Canónico). Para saber qué son los sacramentales remitirse al Catecismo de la Iglesia Católica 1667-1679, no es mi propósito en este estudio tratar eso sino su origen. Pero es importante la cuestión de “la imitación en cierto modo de los sacramentos” porque si para profundizar un poco vamos por Hugo de San Victor nos encontraremos con la dificultad que para él los sacramentos más que tener un comienzo institucional son la medicina a la enfermedad del pecado desde la caída de Adán, así el ser humano recibe la entrega de la Ley y finalmente la Gracia por medio de Jesucristo para ser sanado del pecado, agrupando a los sacramentos en: naturales, según la Ley y según la Gracia. Esto nos haría considerar algunos gestos del profeta Eliseo en la Biblia como “sacramentales” en lugar de considerar al profeta Eliseo como ante tipo taumatúrgico de Jesús en el Antiguo Testamento y nos llevaría a elaborar una hipótesis bíblica de “sacramentales” en la cual éstos se fueron dando en forma gradual hasta llegar a Jesucristo. Por eso, es mejor ir por Pedro Lombardo hacia atrás, el cual considera que los sacramentos tienen su origen en Jesucristo porque lo que otorgan es, precisamente, la Gracia de Cristo. En este caso, la cena pascual judía o “seder” es un antecedente de la Eucaristía pero la misma es instituida por Jesús en la Última Cena y no pueden tomarse las demás comidas rituales judías como graduaciones menores de la Cena del Señor hasta llegar a la misma.
Ahora sí, estamos en condiciones de afirmar que: si los sacramentos tienen su origen en Cristo Jesús, los sacramentales también. Aunque la Sagrada Escritura no utiliza la palabra “sacramentales” el fundamento de los mismos está en el Fundador de la Iglesia, el cual, por ejemplo: empleará el barro para sanar a un ciego (Jn 9,6); bendecirá a los niños imponiéndoles las manos (Mc 10,16); bendecirá a los apóstoles con sus manos extendidas (Lc 24,50); lavará con agua los pies de sus discípulos (Jn 13,6-12). Así Jesús recurrió a las cosas materiales para significar las espirituales. Siguiendo el ejemplo evangélico de Cristo los Santos Padres darán lugar a una serie de bendiciones de elementos materiales. Hipólito de Roma expondrá la ofrenda del aceite, del queso y de las aceitunas; la bendición episcopal de la lámpara traída por el diácono; la norma para la bendición de las frutas y la ofrenda de las flores (cf. Tradición Apostólica de Hipólito de Roma). Tertuliano hablará de la costumbre cristiana de la “señal de la cruz” (cf. “De Corona” de Tertuliano).
La práctica eclesial de bendecir, ofreciendo a Dios diferentes elementos y haciendo invocaciones que no llegan a la categoría de “sacramentos” son los “sacramentales”, que a pesar de no ser descriptos explícitamente por la Biblia ni por los Santos Padres de acuerdo a la reflexión teológica de 20 siglos hasta hoy (lo cual es comprensible). Sin embargo, encontramos en Jesucristo las huellas de su origen y en la Patrística las huellas de su captación como tales y su continuidad eclesial.
Mauricio Shara
Bibliografía: La Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica, el Código de Derecho Canónico y el Tratado General de los Sacramentos de Ramón Arnau (BAC).
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