Discurso de monseñor Mario Cargnello, arzobispo de Salta, en el Acto de Apertura del Ciclo Académico 2011 de la Universidad Católica de Salta (18 de marzo de 2011)
Queridos amigos todos:
Al comenzar el ciclo académico del año 2008 reflexionamos, en esta misma aula magna de nuestra Universidad Católica de Salta, a partir de un discurso del Papa Benedicto XVI al mundo universitario sobre la pregunta ¿qué es la universidad? ¿Cuál es su tarea? No es necesario volver sobre aquella conversación. Bástenos recordar que el Papa Juan Pablo II supo describirla como una institución cuya misión fundamental es "la constante búsqueda de la verdad mediante la investigación, la conservación y la comunicación del saber para el bien de la sociedad" (Ex Corde Ecclesiae, n. 30).
I
Nuestra querida Salta cuenta con dos universidades, la Universidad Nacional y ésta, la Universidad Católica. A más de cuatro décadas de la vida de ambas instituciones nadie puede negar el beneficio del mundo universitario en la vida de nuestra ciudad y provincia, beneficio que se extiende más allá de las fronteras salteñas y que nos permite esperar que en el futuro ambas instituciones han de aportar mucho más a la calidad de vida de todos los ciudadanos.
En los últimos años se han sumado en nuestro medio, ofertas de otras universidades y el panorama aparece rico e interpelante para el joven de nuestra ciudad y de la provincia toda. El conocimiento constituye hoy un bien imprescindible a la hora de incluirnos en la sociedad. Es necesario estudiar, prepararnos, capacitarnos.
Al mismo tiempo, nuestra comunidad no puede sustraerse al mundo cultural que caracteriza a nuestro tiempo como un "cambio de época". Marcada por la crisis de sentido, fruto de un saber fragmentario, nuestra época se va acostumbrando a lo provisional y fugaz. Al mismo tiempo el momento económico se convierte en absoluto y las nociones del bien y del mal se sustituyen por las del éxito y del fracaso. Crece, también en nuestro medio, una cierta conciencia nihilista que alimenta evasiones en nuestros jóvenes y muchas veces los lleva a una desvalorización total de sus propias vidas. La libertad considerada como un absoluto, al perder su referencia a la verdad se vacía y puede perecer. Todo se negocia, hasta el derecho a la vida. "Vivimos un cambio de época cuyo nivel más profundo es el cultural. Se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios" (1).
En esta situación epocal difícil, conviven valores que se manifiestan en el corazón de los hombres y mujeres. Un esfuerzo denodado por vencer la cultura de la muerte empuja a las madres a luchar por sus hijos acompañándolos en sus combates contra la ignorancia, contra las adicciones, contra las esclavitudes. No son pocos los testimonios de gente solidaria que lucha por vivir en libertad con austeridad y entrega. "Entre los aspectos positivos de este cambio cultural, aparece el valor fundamental de la persona, de su conciencia y experiencia, aparece la búsqueda de sentido de la vida y de la trascendencia" (2). Alegra el testimonio de jóvenes que quieren emprender la aventura de vivir con ese sentido de trascendencia y de modo solidario y por ello estudian, colaboran, se comprometen. Testimonio de esto y de muchas otras virtudes los constatamos en nuestro mundo universitario de Salta.
II
En una cultura como la nuestra, ¿cuál es el aporte específico de una Universidad Católica? Es su tarea indicar una salida buscando desinteresada mente la verdad que, creemos firmemente, procede de Aquél que conoce profundamente al hombre, de Cristo. Porque, como enseña el Concilio Vaticano II "en realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo Encarnado" (3).
¿Cómo realiza su tarea la Universidad Católica? La Constitución "Ex corde Ecclesiae" en el n° 13, señala cuatro puntos para responder a esta pregunta: En primer lugar, todos los miembros de la comunidad universitaria han de ser conscientes y han de sostener, tanto personal como institucionalmente, la inspiración cristiana de la misma.
En otra oportunidad dijimos que la cuestión de la identidad católica de nuestra universidad es una cuestión de estilo y de atmósfera a los que calificamos de eucarísticos porque brota del Padre que nos hace sus hijos y para ello nos entrega a su propio Hijo como alimento y bebida y porque aprende y se alimenta de Cristo, el Dios que existe dándose a los hombres, a quienes llama a ser su familia. Este estilo supone en el cuerpo directivo una gestión generosa, justa y comprometida; en los docentes, un compromiso permanente de darse en la responsabilidad de la cátedra, en la transmisión constante de una pasión real y comprometida por la búsqueda de la verdad que fascina, atrae y libera, en el testimonio de una vida coherente que habla de felicidades profundas, de dignidades buscadas. Este estilo supone en los alumnos asumir el estudio como cuestión de honor y de compromiso, la solidaridad como cuestión de vida y de plenitud personal y la pertenencia como cuestión de responsabilidad que sitúa a la persona en la sociedad y en el mundo. Este estilo compromete a todos los que forman la comunidad universitaria acrecer en el trato respetuoso porque todos necesitamos de todos y en la actitud constructiva porque la identidad universitaria y católica no se construye desde actitudes soberbias y despectivas sino desde servicios humildes y generosos. Este estilo alimenta una atmósfera que se traduce en una paz buscada en la verdad que evita la maledicencia, la difamación y la calumnia, que expresa el Evangelio como norma de conducta y de vida, que da lugar a Jesucristo para que atraiga y llame a todos a seguir buscando caminos que permitan conocer más para ser más y servir mejor a todos.
Volvamos a la pregunta ¿cómo realiza su tarea la universidad católica?. Ella aporta, en segundo lugar, una incesante reflexión, a la luz de la fe católica, sobre el creciente tesoro del conocimiento humano al que busca ofrecer una contribución con las propias investigaciones. Esto convierte a la universidad católica en un gran laboratorio en el que, según las diversas disciplinas, se elaboran itinerarios siempre nuevos de investigación en una confrontación estimulante entre fe y razón orientada a recuperar la síntesis armoniosa lograda por los grandes del pensamiento cristiano. Trabajar por el desarrollo del conocimiento es la vocación específica de la Universidad y requiere cualidades morales y espirituales cada vez más elevadas frente a la vastedad y la complejidad del saber que la humanidad tiene a su disposición. En este sentido, la fe proyecta a toda la comunidad en una tarea creativa, dinámica, proactiva. La Universidad Católica de Salta está marcada en su "código genético" por la confianza en la verdad y por la audacia del amor. “Nihil intentatum” reza su lema. Su fidelidad a la historia no la paraliza porque sabe que la vida se asume plenamente cuando el presente nos proyecta aun futuro que queremos mejor, más humano, más digno. La grandeza de nuestra Universidad no resplandece por el bronce de lauros obtenidos si éste no es lustrado cada día por el trabajo, el estudio, la investigación y la pasión de cada uno de sus miembros realizado hoy, con entrega y con responsabilidad solidaria.
Un tercer punto a tener en cuenta para responder a la pregunta sobre cómo realiza su tarea la universidad católica es su fidelidad al mensaje cristiano tal como lo presenta la Iglesia. Hablar de fidelidad al mensaje cristiano significa asumir el pensamiento y las actitudes del Señor tal como nos lo presenta la Palabra de Dios bajo la guía de la Iglesia. Por lo tanto se trata de profundizar y presentar una visión integral del hombre como imagen y semejanza de Dios, llamado a ser hijo en su familia; un sentido de búsqueda de la verdad allí donde el análisis riguroso de la evidencia lleve, uniendo ciencia y conciencia para salvar siempre la dignidad de la persona y de la sociedad; una fuerte experiencia de comunión que permita descubrir la fe y la enseñanza de la Iglesia no como límite sino como guía para desplegar las alas del conocimiento al servicio de la humanidad. Estas son características que pueden describir la fidelidad al mensaje cristiano. En el caso de nuestra Universidad, su vínculo estructural con la arquidiócesis de Salta nos ha de posibilitar descubrir que en la tarea de cada día es la Iglesia la que quiere servir a la sociedad a partir de cada uno de ustedes, desde este areópago cualificado que Dios le ha concedido. No podemos olvidar este vínculo sin traicionar la identidad misma de la institución.
Por último, para realizar su tarea, la universidad católica debe comprometerse institucionalmente al servicio del pueblo de Dios y de la familia humana en su itinerario hacia el objetivo trascendente que da significado a la vida. Esto la compromete a ser abierta en el diálogo con la cultura contemporánea, en particular en nuestra Salta y solidaria con las personas e instituciones de nuestro medio y de los lugares en los que la Providencia la ha colocado. Quiero repetir que es necesario encontrar cada día caminos de colaboración con la Universidad Nacional de Salta. Estamos hablando del compromiso social de nuestra Universidad. Cuando hablamos de esto no estamos reflexionando sobre una cuestión estratégica, estamos tocando una dimensión esencial de la institución.
El compromiso con el conocimiento humano no es un camino para ampliar el poder, para dominar al otro. La clave eucarística de la que hemos hablado nos orienta e interpela a todos para pensar la institución y orientarla al servicio, a la inclusión, a la dignificación de nuestros conciudadanos. Nuestra universidad debe empeñarse para que, a la par del progreso personal e institucional en el conocer crezca el sentido ético dentro del cual se entiende la responsabilidad ante Dios y la sensibilidad y el servicio frente a las necesidades de los hermanos.
Por ello debemos pensar la gestión universitaria en claves de compromiso con la investigación, con la docencia, con el aprendizaje, con el sentido solidario. Esto desafía a la universidad a continuar creciendo en su apertura a las necesidades de nuestra comunidad para que las alegrías y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestros conciudadanos sean nuestras.
III
Agradezco a las autoridades provinciales, nacionales y municipales presentes. Me alegra muchísimo que en esta tarde en la que oficialmente inauguramos el servicio pastoral del Pbro. Lic. Jorge Manzaráz como séptimo rector de esta casa, nos acompañen el Dr. Patricio Colombo Murúa y el Dr. Alfredo Puig. La Universidad se institucionaliza en el devenir de su historia. Muchas gracias al Señor Rector de la Universidad Nacional de Salta por acompañarnos con algunos miembros del equipo rector de la misma.
Quiero expresar mi agradecimiento más sincero al Dr. Alfredo Puig por su servicio generosísimo a la largo del período de cinco años que acaba de cumplirse. Soy testigo de su consagración, porque esa es la palabra justa, a la Universidad. Ha trabajado a todo corazón ya tiempo completo, y lo ha hecho bien. Bajo su conducción se ha consolidado la expansión de la universidad en Salta y en el territorio argentino, se ha avanzado en la organización de la estructura universitaria, han sido aprobadas carreras por la Comisión Nacional de Evaluación Universitaria, se ha crecido con solidez en la vida institucional. Muchas gracias, Doctor Alfredo Puig. Esta es su casa. Con usted quiero agradecer a su señora esposa que lo acompañó en todo momento ya su madre, que lo amparó siempre en el silencio.
Tengo que darle unas gracias grandes al Pbro. Lic. Jorge Manzaráz por haber aceptado asumir la tarea de ser rector en el período que estamos inaugurando. Después de reflexionar y consultar en diversas instancias he considerado que en este período era importante que un sacerdote rigiera nuestra universidad católica, que es de la Iglesia particular de Salta y por ello de la Iglesia. Maduró su respuesta en una larga reflexión y finalmente me aceptó. Padre Jorge, te deseo un servicio fecundo. No puedo desearte un camino llano porque sabemos que la tarea no es fácil pero tengo la certeza que Dios te acompañará, te iluminará y fortalecerá siempre. Nosotros creemos en lo que llamamos “gracia de estado”. También vale para esto.
Agradezco al Dr. Vides Almonacid por su servicio como vicerrector académico a lo largo de un largo período. Su fidelidad a la Universidad ha sido a toda prueba. Quiera el Señor recompensarlo. y digo también gracias a la Dra. Isabel Virgili por haber aceptado sucederlo acompañando al P. Jorge Manzaráz.
Quiero encomendar una vez más la Universidad a la protección del Señor y de la Virgen del Milagro, de San José y de Santa Teresa de Jesús. Que no nos suelten de su mano.
La vida sigue. Y en la trama de la historia se teje la historia de nuestras instituciones. Mañana se cumplirán 48 años del día en que Mons. Roberto Tavella firmó el decreto de creación de esta universidad. Gracias a todos los que hicieron posible que lleguemos a este día trabajando, enseñando, estudiando, investigando, colaborando, sufriendo, amando a esta institución. Hagámosla cada día más creíble por la calidad de su enseñanza integral y amable por la humanidad del trato mutuo entre todos sus componentes.
Señores, al responder a nuestro informe sobre la vida de la arquidiócesis la Santa Sede nos ha indicado que “la seriedad de la Universidad Católica de Salta debería ser referente de una educación de calidad, promotora de las virtudes humanas y cristianas, para construir la Nación Argentina”, ayúdenme a responder a este pedido de la Madre Iglesia. Gracias.
Mons. Mario Cargnello, arzobispo de Salta
Fuente: AICA
(1) V° CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO, Aparecida. (A partir de ahora DA) 44
(2) DA 52
(3) CONCILIO VATICANO II, Constitución Gaudium et Spes. n° 22.
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