"Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo:" (Mc 3,6)

2 de noviembre de 2010

La religiosidad popular debe ser orientada mediante una pedagogía de la Evangelización


Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer, arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor” (30 octubre de 2010)

Hace pocos días se ha publicado una encuesta sobre la fe de los argentinos. En realidad habría que decir mejor sobre la religiosidad de los argentinos. Como es sabido, las encuestas tienen un valor relativo y en ellas, buena medida, la respuesta depende del modo como se formula la pregunta. Ahora bien: esta encuesta a la cual me refiero ha producido resultados un tanto desconcertantes y que hacen posibles diversas interpretaciones.

Ante todo aparece una idea de la fe que no corresponde a la concepción católica de esa virtud teologal. Si la encuesta es certera, habría que pensar que una buena parte de los argentinos que se declaran católicos profesan una especie de subjetivismo religioso. ¿Qué quiero decir con esto? Que en realidad se está llamando fe a lo que cada uno siente ante Dios o ante las cosas sagradas. La fe no sería un conjunto de convicciones sobre verdades fundamentales de un credo o una norma de vida, sino más bien la expresión de la actitud religiosa en un sentido más bien subjetivo, individual.

Esto plantea otra cuestión, que es la relación difícil, ambigua muchas veces, entre fe y actitud religiosa. Entre la fe en el sentido católico de la palabra, que es la acepción convencida de la verdad que Dios nos ha revelado y nos trasmite por medio de la Iglesia, y la actitud religiosa que es nuestra adoración a Dios, y que se extiende como veneración de la Santísima Virgen, y de los santos. Esta difícil relación entre fe y actitud religiosa se puede advertir en muchas de las formulas tradicionales de la piedad popular. Me llamó la atención que en esta encuesta, felizmente, Nuestro Señor Jesucristo le gana por 5 puntos a san Expedito. Esto quiere decir que no hay allí un discernimiento bien claro de hacia dónde se tiene que dirigir el gesto religioso de la devoción, la adhesión de amor y de confianza. Teniendo en cuenta este problema, Pablo VI decía que la religiosidad popular, expuesta frecuentemente a deformaciones, debía ser orientada mediante una pedagogía de evangelización.

Pero quizás lo más significativo de esta investigación sobre la fe de los argentinos es que falta, al parecer en esa inmensa mayoría que se declara católica, una identificación con la Iglesia, un sentido de pertenencia a la Iglesia. Al contrario, la Iglesia aparece como algo distinto de ellos, de aquellos que se profesan católicos. En todo caso la Iglesia será la jerarquía, la organización institucional, el cuerpo dogmático, los preceptos morales, etc. Pareciera que se registra una incomodidad respecto de la autoridad eclesial, que tiene la misión, el poder y el deber de indicar, en nombre de Dios, qué hay que creer, qué hay que obrar como expresión de la fe. Ser católico implica reconocerse espontáneamente como miembro de la Iglesia, ámbito en el cual se vive en comunión de fe y de caridad participando del culto de Dios en la celebración de los sacramentos. A los pastores de la Iglesia les corresponde guiar a los fieles en nombre de Cristo; ése es un servicio de amor. Desde el principio, desde el tiempo de los Apóstoles, ha sido así. No se trata simplemente de establecer una vinculación individualista con Dios, sino de incorporarse a una comunidad de salvación lo cual ocurre por medio del bautismo.

También en esta encuesta se registra una cierta incomodidad, en los que allí se llaman católicos, cuando la Iglesia hace presente sus verdades en el ámbito público, como que este individualismo y este subjetivismo religioso va acompañado de una especie de laicismo. Como si la Iglesia no tuviera el derecho y el deber de expresar con claridad la verdad sobre el hombre y los valores éticos fundamentales. Ahora bien Benedicto XVI continuamente está reivindicando el papel público de la religión. ¿Para qué? Para purificar la razón, especialmente la razón que establece el orden de la sociedad, para que queden bien claros los conceptos fundamentales de justicia, solidaridad, bien común, de respeto a la vida humana y orientación trascendente del hombre y su destino.

Si aceptamos los datos de la encuesta, me parece que para mejorar las cosas la solución no es que la Iglesia se haga simpática, que mejore su sistema de comunicación, que intente no confrontar ni enemistarse con nadie, para así sumar adhesión y contento masivo. Lo que debiéramos hacer nosotros, los pastores de la Iglesia, es acompañar mejor a las familias que bautizan a sus hijos, preocuparnos de que la catequesis en las parroquias y en los colegios sea más efectiva, es decir sea lo más completa posible y encamine a una perseverancia en la vida cristiana. Importa mucho formar bien a los adolescentes y jóvenes en las virtudes fundamentales hoy frecuentemente olvidadas; ofrecer a todos los fieles medios concretos de crecimiento en la fe y en la vida espiritual y recordar siempre sin miedo las exigencias del Evangelio.

Me parece que aquí está la clave.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo de La Plata

Fuente: AICA

1 comentario:

  1. Anónimo2.11.10

    Este es un tema dificil de Comentar. Casi todos los paises a los que se ha dado por llamar del
    "Tercer Mundo", tienen el mismo problema, inclu-
    so Arg. Lamentablemente la Iglesia Catolica y no-
    sotros los que nos decimos comprometidos, no he-
    mos hecho mucho para Evangelizar al pueblo como
    corresponde. Basta con ver "la devocion a San Ex-
    pedito", "gauchito Gil", etc. Aqui en Py, esto
    se agrava con la influencia del ocultismo. De ahi
    el gran exito de los evangelicos, que eso lo pre-
    dican a la luz de la Palabra.!
    ETELVINA

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